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lunes, 24 de noviembre de 2008

Emilio Vega M.

Hola Leonardo:Leyendo en el blog la carta de Carlos Villa a Azcárraga Jean, recordé que he estado pergeñando un texto sobre la filantropía que viene bien al caso:
"La caridad, la filantropía, son inherentes a la bondad del ser humano, de ese preocuparse por los menesterosos de este mundo, de buscar hacer de la sociedad un lugar más equitativo. Sin embargo, Ted Turner, Las Iglesias, El Chapo, Carlos Slim, las esposas de los primeros mandatarios; Cáritas, Lolita Ayala, los teletones, el Fonca, Presidentes, Dictadores, Gobernadores, Empresarios...son las estrellas del momento. Las personalidades de primera plana en los periódicos y en las pantallas de televisión, en estos días son los filántropos, sean princesas, religiosas, magnates de telecomunicaciones (extranjeros o autóctonos), banqueros y hasta narcotraficantes. La caridad está de moda; noble preocuparse por los desheredados fruto de esta Sociedad neo liberal primermundista de individualismos, competitiva y generadora acelerada de pobreza material - la espiritual no le incumbe. La caridad, antítesis social de este sistema económico, se convierte, en forma esquizoide, en acto alabado. Que no sería necesaria en una sociedad justa, equitativa. Caridad en lugar de justicia. Sociedad de despojo lícito para, posteriormente, ejercer la caridad sobre aquéllos previamente desposeídos, despojados. Cualquier dudoso currículum de prohombre empresarial - ya se trate de vendedor de armas, energéticos, influencias, indulgencias o narcotráfico - se limpia de inmediato con el ejercicio de actividades filantrópicas. Filantropía que todo lo purifica. La caridad como válvula de escape para el mantenimiento del estatuquo.El humanismo deviene asistencialismo y su fruto, la caridad. Ya no hay seres humanos; solo consumidores; el que no consume no interesa. El dilema hamletiano del ser o no ser, se transforma en el tener o no tener; "los que menos son" (preocupación de filósofos subversivos), dejan su paso a "los que menos tienen" como objeto dilecto de los afanes caritativos. De "los que mas necesitan" mejor no nos ocupamos dado que la historia reciente del país nos demuestra que - contra lo que pudiera creerse - éstos son generalmente "los que mas tienen". Y la filantropía, según Pedro Miguel genera "la industria del lavado de conciencias" y una teoría del asistencialismo auspiciada y administrada por organismos cupulares de la mas diversa índole que toman la estafeta abandonada por los gobiernos aspirantes a ser adelgazados organismos neoliberales, dado que para estos no hay mas resultado social ideal que la estratificación en dos grupos, el de winners y losers (ganadores y perdedores) en el mas puro estilo estadounidense y la idea central de estos nuevos neo-liberales - hasta ayer ogros filantrópicos - es que los pobres son un lastre para sus países: la idea no es eliminar la pobreza sino a los pobres.Como contraparte, estos organismos - religiosos, empresariales y privados; operación deducible de impuestos - comparten - según el propio Miguel - " la misión global de consolar a los jodidos con oraciones, patas de pollo y máquinas de coser, a cambio de que acepten que su condición no es una contingencia sino una fatalidad. La caridad - subsidio otorga carta de legitimidad a la inequidad del sistema vigente en la jungla neoliberal.Pero en nuestros lares latinoamericanos, el panorama adopta perfiles un tanto diferentes: la senda de los Gobiernos empeñados en la sublimación neoliberal está sembrada de pobres (la mayoría de la población) de los que no puede prescindir fácilmente (a menos de quedarse sin país). La caridad elevada a la categoría de política de gobierno. Los pobres locales son indispensables, imprescindibles podría decirse: dan razón de ser al Gobierno, ¿cómo actuaría un Gobierno de un país tercermundista donde la ciudadanía gozara de buen nivel económico y de independencia?. La pobreza da sentido a los programas gubernamentales menos cuestionados - ¿quién se opone a la caridad? - . En esencia, no se trata de erradicar la pobreza (esto sonaría a teología de la liberación) sino mas bien de administrarla. De que no desaparezca. El que deja de ser pobre pierde interés para el sistema de caridad; el que puede ser independiente se torna exigente y molesto: es en resumen, un competidor.En los países latinoamericanos de Sociedades inequitativas a perpetuidad, la limosna siempre ha sido una forma de ejercicio del gasto presupuestal, desde los Virreyes, pasando por candidatos a puestos de elección popular, mandatarios de Gobiernos republicanos y dictadores de la mas diversa laya, que han sido siempre abrumados por eternos peticionarios recurrentes de un amplio catálogo de expectativas de limosna. La filantropía, el mecenazgo y el patrocinio siempre han sido las formas de dar razón de ser a las cúpulas redentoras de especies de existencia precaria, ya sean de pobres, étnicas, culturales, artísticas o de cualquier otro género.¿Qué vamos a hacer con los pobres?: pregunta insistentemente reiterada por el Nigromante, Julieta Campos, intelectuales y funcionarios de Gobierno. Nada, les contestaríamos; simplemente administrarlos, para que no se tornen independientes e iracundos. Crear un neoliberalismo a la latinoamericana en el que los Gobiernos demuestren su eficiencia y competitividad en eso: en el fomentar la riqueza de unos pocos y en el administrar la pobreza generalizada, necesaria y ajena. En resumen, la caridad elevada a paradigma cultural."Saludos.

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