Comentario a Elsa Stettner, de 19 de septiembre
Un defecto hecho virtud, por obra y gracia del pensamiento mítico-religioso, es la sumisión del epíteto por sobre el sustantivo y en torno al verbo, es decir, acciones, antes que omisiones.
Es la marca de la negación del criterio por parte de fieles segudiores (por desgracia, con herida cerrada ante el disenso y la autocrítica) de Andrés Manuel López Obrador, quien ante la falta de evidencias reales, pruebas, respecto el "fraude" del 2 de julio de 2006, tomó partido, como razón de su naturaleza de origen autoritario, por el mito, la mentira y la satanización de quienes no comparten sus "ideales".
Eso queda señalado en el texto de Elsa Stettner en Desde el epicentro de la información, un muestarario de seudoproblemas (en el mejor sentido de Ludwig Wittgenstein y la tradición libertaria de la filosofía analítica, que lleva hasta Karl Popper) que se retoman por sobre arumentaciones falaces (premisas en imperativo no llevan al indicativo), aunque fuera de toda mostración de evidencias, a no ser, el trato de cierta prensa unidireccional y con la marca del pensamiento único (una versión en negativo al estudio de Joaquín Estefanía), llámense La Jornada y proceso.
Cientificos de la estadística, como Javier Aparicio y Fernando Pliego Carrasco, han refutado los órdenes parciales y discriminatorios de la investigación de José Antonio Crespo, que con toda su aura de rigor, es un conglomerado escrito en extenso de la consigna de AMLO: voto por voto, casilla por casilla, cuando el trazo discrecional de los instrumentos analíticos con que fue volcado el 2 de julio confirieron certeza a los resultados, aun inmiscuida la mancha de los errores humanos en conteo y llenado de actas, aunque solventados sobre las bases de levantamientos demoscópicos rigurosos, que confirmaron el triunfo legal y legítimo de Felipe Calderón Hinojosa, en 2006. Esa es la única razón del encono, sazonada con la imposibilidad de demostrar que el nativo de Macuspana, Tabasco, haya obtenido más sufragios que el por entonces abanderado del PAN, en julio de 2006.
El pensamiento religioso cunde, de la mano de la intolerancia y del abandono del raciocinio en frío ante el poder de los hechos. Pobre país.
martes, 23 de septiembre de 2008
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1 comentario:
¿Que Javier Aparicio y Fernando Pliego Carrasco han refutado a Crespo? Yo me pregunto quién es Francisco Arvizu Hugues para juzgar esto, ¿"Un científico de la estadística"? No, es un simple periodista, como él mismo se presenta, entonces, ¿en qué se basa para terciar de manera tan contundente entre partes que sí tienen una preparación y entrenamiento al respecto, y que, sean sus conclusiones las que sean, han dedicado tiempo y análisis a la cuestión en discusión? ¿Entiende el Sr. Hugues de argumentos estadísticos? Puedo darle el beneficio de la duda, aun cuando no es ningún especialista al respecto, pero, como dice el mismo Carrasco (y como seguramente leyó el Sr. Hugues, si es que leyó realmente la argumentación de Carrasco): quien acusa debe primero probar, y en el comentario de Hugues, que es solamente eso, no hay ARGUMENTOS (mucho menos de tipo científico) para probar nada, sino simples y llanas afirmaciones, lo que no es de sorprender, pues el confundir unas con otros es propio de capacidades analíticas limitadas. Eso sí, los comentarios del Sr. Hugues están aderezados con esa más que evidente iracundia propia de todos aquellos que, como bien señala el propio Crespo, defienden a capa y espada alguno de los dos mitos que han decidido abrazar; en este caso, el del triunfo inobjetable de Calderón.
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