stimado Sr. Schwebel
Le voy a narrar lo que me sucedió el pasado día 2 de Octubre.
Soy un usuario consuetudinario de los camiones.
Utilizo frecuentemente las rutas 333 y 330 de la Alianza. El día mencionado, era yo el único pasajero que quedaba al llegar el camión no. 480 de la ruta 330 Alamo, enfrente de la SARH. Como siempre, muchas personas esperaban tomar esa ruta, así que me levanté para bajar por la puerta de atrás, misma que el chofer abrió. Al bajar, a punto de tocar el piso, la puerta se cierra súbitamente, obligándome a brincar a fin de no ser prensado y, al jalar la mano izquierda -última en salir-, se encontró con la puerta produciéndome una cortada, la cual, sin ser grave, si fué algo profunda.
Me detuve y mientras sangraba, me preguntaba: ¿qué pues?, ¿porqué me hechó la puerta?. Caminé hacia adelante para encarar al chofer mientras mi ira crecía.
Rehuyó mi mirada, se hizo tonto y arrancó.
Senti el impulso de correr tras él... de tomar un taxi o de buscar una patrulla para denunciarlo. Me sentí impotente, frustrado rabioso y agredido sin razón.
Sentí en pocas palabras deseos de desquitarme. Al llegar a Su casa, hice el intento de comunicarme a Su programa de las 18 hrs. para poner mi queja, pero no tuve suerte. Lo del camionero sucedió a las l6 hrs.
Después, cuando la ira fué cediendo
-afortunadamente-, comencé a analizar las cosas: el chofer, como yo, como UD., somos seres humanos actuando y viviendo bajo condiciones citadinas de extrema presión psíquica. Tal vez el chofer no tuvo oportunidad de educarse (no digo ir a la escuela), porque -quizá- cuando niño no tuvo ningún ejemplo.
Pero uno de adulto, que supuestamente toma su vida en sus propias manos, ¿acaso nunca tiene la oportunidad de educarse?, ¿de mejorarse?. ¿Entonces para que son los retos diarios?, ¿sólo para ganarse el pan?.
Reflexiono: El chofer es un ser humano incapaz de controlar y encausar toda esa presión citadina diaria (no es fácil manejar un camión. Los observo. Algunos son muy hábiles y se confían volviéndose cafres. Otros confunden la unidad con sus complejos personales y se manifiestan prepotentes y agresivos con el camión). Es decir, uno en cualquier trabajo está bajo presión y si no se está alerta, se tiende a explotar por la línea de menor resistencia: los hijos, la esposa, el esposo, los subalternos, etc. Pero en un trabajo de tan grave responsabilidad como es el conducir un camión de transporte urbano de PASAJEROS (son p e r s o n a s), con seguridad, con talento, sabiendo que es -el
chofer- una pieza clave para que la ciudad viva y sus habitantes, al moverse a trabajar la engrandezcan, se pone a reaccionar estúpidamente -por quien sabe que causas-, poniendo en peligro la integridad física de los usuarios, y, aquí es donde me pregunto: ¿porque nos negamos la oportunidad de educarnos?. Si no nos gusta un trabajo, pues a buscar otro que nos cause menos conflictos, o que tenga conflictos y problemas que sepamos manejar, que no nos coman, pagando terceros el plato roto de la incapacidad -en este caso del chofer- para manejar los asuntos personales y de trabajo.
Le pido a este Señor totalmente grosero y agresivo, que reflexione todas las noches su actuación, haciendo lo que en Occidente conocemos como "el propósito de la enmienda", comenzando así a educarse.
Le pido que reflexione, pues de chofer, puede convertirse en CONDUCTOR, capaz de conducir su máquina y las vidas de la gente que lleva en sus manos a buen puerto, ya que el sólo hecho de su posición al volante lo pone como responsable activo de los que quedamos en la precaria posición de ser conducidos, sentados o parados, sin tener el volante en nuestras manos.
Le pido que reflexione, pues ser chofer (conductor, si se educa) no es denigrante. Al contrario, es ser el líder de su vehículo y -velis nolis- de la gente que por su posición -repito-, es pasiva, frágil y conducida.
Ni siquiera fuí a al Alianza a quejarme, pues lo regañarían y ya no somos niños que necesitamos el regaño para ser mejores. Somos adultos. Hagámonos responsables de nuestras vidas Sr. chofer, y tomemos en cuenta a los demás.
Esta educación a la que aludo como necesidad urgente Sr. Schwebel, no tiene que ver con el dinero. Si así fuera, nos podríamos comprometer a dar un mejor "servicio" con un simple incremento al pasaje. Pero es fácil ver que no es así, pues el dinero puede mejorar las cosas, pero ¿hará mejor a la gente?.
No estoy diciendo que el dinero no es útil.
Lo es. Pero dígame Ud., ¿desde cuando tener es Ser?.
En fin, no tengo en propósito de entrar en reflexiones ontológicas Sr. Muñoz, es sólo que de la ira y su encausamiento me surgieron estas reflexiones, que si de algo sirven, pues que bueno.
Le agradezco mucho el tiempo que se tome para leer estas líneas.
Me es gratísimo felicitarle y a su magnifico equipo de trabajo, pues han plasmado un excelente programa de radio.
Sé que no le tengo que decir que siga adelante, pues sé que Ud. seguirá adelante.
Le estima:
PD.
Viendo que la situación está aun peor, (esto sucedió en 1991) he decidido enviarle la presente 16 años después. ¿Servirá de algo?
Guadalajara, Jal., 5 de Marzo del 2007
viernes, 7 de marzo de 2008
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